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Winston Churchill fue un dirigente político extraordinario y un vital resistente en el trienio 1940-1942, un periodo durante el cual el horror impuesto por los nazis se desató casi sin freno. Churchill tuvo, tuvimos todos, la enorme suerte de la entrada en la guerra de los EEUU y de la URSS, que con unos sacrificios sin límites lograron frenar y derrotar a alemanes y japoneses. Desde la formación de tales alianzas el papel de Churchill se fue diluyendo, y con él, el peso imperial de su patria entre las grandes potencias. Winston Churchill, fue un hombre dotado de una energía infinita y de un ego descomunal, que en paralelo con su pérdida de influencia, combatirá con denuedo para mantenerse en lo alto. Con ello sus graves defectos cada vez estarán más al descubierto y sus errores serán cada vez más costosos, con decisiones terribles como las tomadas en relación al este de Europa. O la devolución de prisioneros rusos o yugoslavos a Stalin y a Tito, con un costo de miles de vidas. O las hambrunas en la India, con un abandono del Premier muy consciente y miles de muertos.