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Lord Chandos, el protagonista de la célebre Una carta de Hofmannsthal, pasea por el jardín y ve por azar unos objetos cotidianos abandonados. La fortuna hace que su composición casual forme un retablo de una gran belleza que solo podrán paladear aquellos cuya sensibilidad se encuentra a flor de piel. En lugar de deleitarse en la contemplación, Lord Chandos se desentiende «por miedo a ahuyentar la estela de lo maravilloso». Nos encontramos así ante la gran paradoja de esta obra singular: mientras nos conmueve en lo más profundo mediante la sublime inspiración literaria de sus palabras, nos habla de su incapacidad para expresar con el lenguaje la realidad o la belleza. En la contestación, Juan Ramón Martín pide a Chandos que ni acepte la imposibilidad del lenguaje ni ceje en la creación poética: la historia no debe perder aquello que puede ser creado a través de ese lenguaje del arte que nos ayuda a conocer el significado del mundo y de nuestra existencia.