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La actividad literaria de José Martí es tan relevante como su actividad revolucionaria; lo es en su jerarquía de valores y lo es en el balance final de sus frutos. Nunca dejará de sorprendernos que Martí sea, además del estadista imprescindible, uno de los primeros y mejores poetas modernistas, el creador de la primera novela propiamente modernista, el verdadero renovador de la prosa en lengua española en el siglo pasado y el pionero, en las letras hispanoamericanas, de la narrativa corta dedicada a la instrucción de los más jóvenes, aunque apta para todas las edades. "La Edad de Oro" condensa el cuerpo fundamental de esa narrativa corta. Es una obra profundamente original y con una carga ideológica fuera de lo común, a pesar de su dedicatoria: "a los niños de América". Concebida como una revista mensual para recreo e instrucción de menores, compuesta por diversos relatos de tipo fantástico, histórico, social y cultural, terminó siendo una de las obras clave del género en la literatura occidental. "Enseñar es crecer", son palabras de Martí consciente de que las ideas de aprendizaje e identificación han de calar en la juventud de América. Porque para él, el niño es el futuro, y el futuro es el del mejoramiento humano y el de la virtud, para conseguir los fines que él persigue: libertad, búsqueda de la verdad, americanismo, utilidad, independencia de Cuba, desarrollo, vuelta a la Naturaleza.