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Dice John Miller, el editor de esta antología, que la irrupción en 2011 de la Barbie Tatuajes fue el signo definitivo de que «tatuarse había dejado de ser un claro distintivo antisocial»; quedaba, todo lo más, «nostalgia por los viejos tiempos en que marcarse la piel tenía la fuerza inequívoca de la rareza». Estos quince Cuentos de tatuajes (1882-1952) son rarezas donde el tatuaje se asocia con lo criminal, lo aventurero, lo perverso, pero también con el arte y el amor. Autores conocidos como Hjalmar Söderberg, Jun’ichirō Tanizaki, Saki, Heimito von Dederer, Egon Erwin Kisch y Roald Dahl conviven con otros olvidados pero que también vieron en el tatuaje un motivo inspirador: un recuerdo de un pasado que se quiere olvidar, una marca de lealtad, a veces una maldición, siempre un misterio. El tatuaje da pie a inquietantes fabulaciones en torno a la identidad, la comunidad, el rechazo social, el sentimiento místico y el encanto perverso.