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En Cuadros de viaje Heinrich Heine nos ofrece pasajes y paisajes de un lirismo conmovedor basados en sus viajes por diferentes países. Ahora bien, esa sensible admiración por la naturaleza y sus monumentos contrasta con la ironía y el humor que le imprime a sus «cuadros». Y es que Heine pretende desencantar la naturaleza y poner de manifiesto lo hueco que resultaría refugiarse tan solo en la belleza del paisaje o en los suspiros del amor mientras Alemania se encuentra en una desastrosa situación histórica y social. El paisaje, por bello que sea —y sin duda Heine sabe bien cómo recrear esa belleza—, ya no ofrece consuelo ni refugio y no responde a las muchas dudas e inquietudes de lo humano. Estos «cuadros» de Heine, dispersos en varios géneros, y recogidos ahora por primera vez en una edición crítica y en un solo volumen, son cruciales para entender la totalidad de su obra, pues en ellos se revela una visión del mundo y una poética a las que el autor se mantendrá fiel a lo largo de toda su trayectoria vital y artística: su estética de la discordancia, su sentido del humor y las digresiones en torno a ese centro que —según nos dice— es el corazón roto del poeta, pero que, en realidad, es una mente de una lucidez y una modernidad sin parangón. «Como fruto de su época, la literatura de Heine representa de una manera muy realista la decepción, lo roto, lo impuro y lo fragmentario, pues es la realidad misma —con todas sus coordenadas— la que está hecha pedazos y la que ha hecho pedazos a quienes intentan cambiarla». Isabel García Adánez