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Aprender a escuchar es tan importante como saber hablar bien. El placer y el conocimiento que se alcanza al escuchar a otra persona depende tanto de quien habla como de quien escucha. Ser un buen oyente, nos dice Plutarco, es un arte que todos deberíamos aprender. Hoy día encontramos por todas partes manuales, cursos y consejos para hablar en público, para ser elocuentes, convencer a los demás o impresionarlos con nuestros discursos, tanto en el trabajo como en la política, e incluso en la vida privada. Pero Plutarco nos revela que más importante que saber hablar, es saber escuchar. Todos deberíamos ser buenos oyentes si queremos, cuando llegue el momento, convertirnos en grandes conversadores. En un tiempo de ruido constante, de palabras que se lanzan como dardos contra los que no piensan como nosotros, la educación a través de la palabra es todavía una actividad tan necesaria como lo era en tiempos de Plutarco. Con su manera de escribir y educar siempre amena, con esa sabia erudición que nos sorprende, nos divierte y nos deleita en cada párrafo, Plutarco ofrece en este breve pero in